Las abuelas saben mucho de maternidad por aquello de que han
sido madres antes que tú, cuando lo normal era tener cuatro niños en cuatro
años –o menos- y no había canal Disney ni Red Bull para paliar el sufrimiento
propio del malvivir maternal. Eso sin contar con otras muchas lindezas como la
ausencia de pañales desechables, lavadoras y toallitas limpiatodo.
Por eso, las madres de antes –si tu madre es moderna no
cuenta- saben que meterle miedo en el cuerpo a los retoños es una práctica más
que necesaria, aunque implique alguna que otra noche de terror y colecho o la pérdida
de la custodia si las autoridades se coscan, pero los efectos de no hacerlo y
no tener algo a lo que recurrir cuando no tienes otras armas es devastador. Sobre
todo para los nervios. Y hasta las modernas ésas que se echan las manos a la
cabeza acaban claudicando y disfrutando de las bondades de una dictadura del
terror. Que sí, que el diálogo mola en teoría, que yo también tengo unas gafas
de pasta, pero cuando tu niña tiende a perderse o le presentas al hombre del
saco y su maldad sin fin o ya te puedes ver dialogando con el de la megafonía
del Carrefour con lo ojitos güertos de ansiedad y los helados de nata derritiéndosete
carro abajo.
He aquí algunos de los básicos sin los que la familia no
puede sobrevivir:
- Los cuernos de bruja. De esto ya os he hablado alguna vez
y es un paso más allá del crecimiento nasal de Pinocho. Se supone que las
brujas son niñas buenas que se van haciendo malas y le van saliendo cuernos
como a Maléfica. Sí, suena horrible, de hecho hasta a mí –traumatizada con los
nuños que se convertían en burro en Pinocho- me da pavor, pero es mano de
santo. ¿Qué no vas a lavarte las manos? Bueno a mí me da igual, pero luego,
cuando te empiecen a salir los cuernos… y antes de terminar la frase ya se ha
arrancado tres capas de piel bajo el grifo. Lo bueno es que ya no hace falta
decirle ni mu, cada vez que hace o dice alguna maldad, me dice ‘mamá ¿tú creez
que ze me ve ya er piquillo o todavía no? porque yo he penzado que zi me empujo
azín no me zalen o zi me zalen ze me meten otra vez ¿a que zí?’ y me mira
fijamente mientras se empuja la coronilla.
- El hombre del saco. La mamma que también es malagente como
yo, le habló una vez del hombre del saco, que pasea buscando niños malos que
llevarse en su saco, pero tal fue el terror que le dio a la nena, que le dije
que eso era mentira y que el hombre del saco no existía, que de hecho la abuela
me había dicho que era una broma que le había gastado. Y la niña que para lo
que quiere es una minivieja me cogió la mano y me dijo ‘mamá tú no te asustes pero
eze hombre zi existe lo que paza ez que la abuela te ha dicho que no para que
no te asustes, pero no te preocupez que zi lo vemoz yo le doy con un palo’. Así
que creo que de momento, trauma no hay y olo mejor es que cuando hace un conato de perderse, le
recuerdo que el hombre del saco puede merodear por allí y la tengo pegadita
cual lapa playera. Una bicoca oiga.
(Continuará...)